domingo, 1 de enero de 2012

Mi tránsito del 31 de diciembre de 2011 al 1 de enero de 2012


Emilio Herrera, Vicente Marcet y José Salguero Duarte (31-12-2011)






José Salguero Duarte


El 31 de diciembre pasado, es obvio, que fue el último día del año 2011 en España. Y como suele ser tradicional, muchos ciudadanos se echan a la calle al mediodía compartiendo con amigos y conocidos el vermut, el tapeo típico de cada ciudad o incluso la comida.

Servidor de usted, estimado lector, es lo que hizo. Y al llegar a casa sobre las 18,00 horas. Me habían preñado tanto, ciertos temas en las diferentes conversaciones y asuntos que salieron a la luz, hasta el punto, que necesité alumbrar en forma de poema uno de ellos, titulándolo: A ti compañero, el que finalicé de crear a las 19,30 horas, dedicándoselo a la memoria de un hombre bueno, diciendo el poema así:


A ti compañero, en esa noche de luna llena,
cuando surcaste en solitario los mares,
desde el puerto de Algeciras hasta el de Villajoyosa.

Navegando al encuentro de tu esposa
que se encontraba gravemente enferma,
y vuestros hijos penando de tristeza.

Ruidos de metralletas,
los nacionales acechando,
y los rojos cercados.

Con tal mala fortuna, que al ser abordado,
fuiste acusado de pasarte al bando contrario,
siendo hecho preso y enjaulado.

Las olas iban y venían, compañero,
de igual forma que las lágrimas de sus caras,
cuando acudían andando a la cárcel,
vistiendo pantalones cortos
y calzando alpargatas de esparto.

Transcurrían día tras días y noches tras otras,
y ellos esperando ansiosos tu salida.
Alimentándose, con el plato de comida caliente,
que le pasabas desde dentro del presidio,
que cocinabas para los presos.

Hasta que por fin le llegó la luz a las tinieblas,
cuando un militar noble y honrado,
se interesó por tu causa,
dejándote en libertad,
al ser aclarada tu noble gesta.

Librándote de ser ajusticiado,
en ese fatídico treinta y seis,
de ruidos de sables y exterminios.



Una vez, estimado lector, remitido el poema por e-mail a la persona adecuada, me quedé más que satisfecho, porque esa fue mi gran despedida literaria del pasado año. Sin embargo, la Noche Vieja, opté pasarla en la Sociedad Casino de Algeciras, donde en el habitual ambiente familiar existente, disfrutamos de una cena siendo servida por los empleados de la entidad.

Llegada las doce campanadas, todos los comensales puestos en pié tomamos las uvas al compás del reloj de la Puerta del Sol. Brindando en primer lugar con la flor de mi canela, deseándonos amor y salud, que es lo fundamental. Para compartir el brindis y deseos a continuación con los amigos y conocidos allí reunidos.

El baile, fue amenizado excepcionalmente, una vez más, por los dos líderes de la orquesta Cat Forever, siendo acompañados como viene siendo habitual en los bailes de los viernes del Casino, por la polifacética artista Juana Mari Moreno. A la que quiero y admiro, pero no le hice caso, cuando haciendo ella de maestra de ceremonia en la toma de las uvas, propuso que se iniciara el año con el pie derecho. Indicándole que yo lo haría con el izquierdo.

Y así comencé este 2012 bailando con mi amada entre otros el clásico Paquito ‘El Chocolatero’ o ‘Los Pajaritos’, sevillanas, rumbas y diferentes popurrís durante las dos hora y media que duró la primera sesión del baile. Retirándonos a las 02,30 horas, porque la noche a mi edad la dedico generalmente para descansar y el día para disfrutar, gozar, convivir, penar y sufrir.


María Teresa ante varios cuadros pintados por José Salguero Duarte


A las 7,30 horas de la mañana del nuevo día, mes y año, al tener el reloj natural del cuerpo tan sincronizado, no llegó a fallar ni en esta ocasión. Y al abrir las persianas de mis ojos y de mi templo, acaricié y deseé feliz año nuevo al almíbar de mi néctar. Para inmediatamente después contemplar juntos un nuevo amanecer resplandeciente, bello, primaveral y soleado en la Bahía de Algeciras.

Todo transcurría en calma sin que apenas se escuchara ruido alguno ni exterior, ni en el interior de mi choza. Siendo mi deseo ver y oir a través de algún canal de televisión un concierto de música clásica.

Pero, haciendo zapping sobre las 09,30 horas, me encontré en el segundo canal de Televisión Española, al Papa Benedicto XVI subido en un pulpillo similar al del programa Sálvame de Telecinco, dando su bendición a derecha e izquierda con una mano y con la otra portando un enorme crucifijo, cuando era trasladado hasta el centro de la basílica del Vaticano, donde se iba a celebrar la Santa Misa de Año Nuevo.

Apagué el televisor, porque si quedé más que satisfecho con mi clausura literaria y personal del año 2011. No quería de ninguna de las maneras comenzar el año 2012 escuchando a Benedicto. Poniéndome inmediatamente después a crear esta prosa periodística, siendo publicada en mi blog sobre las 11,30 horas del referido 1 de enero de 2012.