miércoles, 28 de diciembre de 2011
Discurso de Navidad del Rey Juan Carlos I
Viñeta: José Salguero Duarte
José Salguero Duarte
Generalmente no suelo escuchar los discursitos de los políticos en las campañas electorales, pero tampoco los anuales del presidente de la Junta de Andalucía, ni los del Rey de España, pero mucho menos, el fin de fiesta que organizan los parlamentarios andaluces tocando los panderos, zambombas y otros cacharros navideños.
Aunque, ante las expectativas despertadas en la sociedad española, por si Su Majestad haría mención este año a la corrupción existente en España, a tenor del grave asunto que rodea a la Casa Real española, por las presuntas corruptelas cometidas por su yerno Iñaki Urdangarín. En las que al parecer ha salpicado, presuntamente también, a su esposa Cristina de Borbón, hija del monarca español.
A las 21,00 horas en punto del pasado sábado 24 de diciembre. Me encontraba cómodamente sentado delante del televisor sin pestañear para no perderme ningún detalle teledirigido. Comenzando la retransmisión con una panorámica nocturna pero muy bien iluminada, supongo, del Palacio de la Zarzuela; sonando de fondo al mismo tiempo la Marcha Real española, para inmediatamente después hacer acto de presencia Su Majestad en el monitor, diciendo inicialmente con su singular articulación fonética lo siguiente: “Buenas noches, en Noche Buena como cada año, me dirijo a todos vosotros para transmitiros mis mejores deseos de paz y felicidad".
En esos momentos, me acordé de mi padre que en su gloria esté, porque sin duda alguna se hubiera emocionado al oír a Juan Carlos, lo mismo que se emocionaba cuando escuchaba los discursos navideños de Franco.
Servidor de usted, estimado lector, por lo que representa en esta democracia española la Corona, de forma espontánea me levanté del taburete donde estaba sentado y me quité el sombrero, contestándole al Rey respetuosamente - igualmente le deseo a usted y a los suyos Majestad-.
Después, me senté en el referido taburete, ya que la cosa con la crisis está escasa y sillas isabelinas del siglo XVI en casa del familiar donde me encontraba no las hay. Me volví a cubrir la cabeza con el sombrero, pero ante el ruido tan estridente que hacía la olla a presión donde estaba siendo cocinado un puchero familiar con la pringá, zanahorias y cebollas, etc., sin que me dejara percibir nítidamente lo que decía Juan Carlos. Alcé la voz y pedí un poco de silencio, porque estaba hablando el Rey y todo lo que él diga va a misa, porque “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad".
Juan Carlos, prosiguió y supongo que para él, este discurso en sus 36 años de reinado en España, habrá sido el más difícil y complicado de pronunciar, porque no es agradable y mucho menos cómoda la situación en que se encuentra la dinastía Borbónica, con las presuntas corruptelas de su yerno Urdangarín. El que ha sido apartado por la Casa Real de los actos oficiales. Y en el Museo de Cera de Madrid, su figura ha sido trasladada a otro lugar distinto del que se encontraba con la Familia Real.
El Rey, hablaba y hablaba inicialmente acerca de la crisis económica... Y por fin, salió de su garganta el premio gordo de su discurso, diciendo lo que a gran parte del pueblo español le preocupa muy mucho junto al paro, que es lo siguiente:
“…Junto a la crisis económica, me preocupa también enormemente, la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública, respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones. Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuando, un comportamiento ejemplar. Cuando se producen conductas irregulares, que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione. Afortunadamente vivimos en un estado de derecho y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos".
Posteriormente, prosiguió diciendo el Rey acerca de no generalizar los comportamientos individuales, etc. Lo de no generalizar, creo que es lo más coherente, apropiado y justo, porque de hacerse se haría mucho daño. Y es por lo que desde el 24 de diciembre, fecha del discurso de Navidad de Su Majestad el Rey de España, las noticias aparecidas en los medios de comunicación sobre el mismo fueron muchísimas, recibiendo Su Majestad felicitaciones y muestras de solidaridad con la Corona.
Sin embargo, para Urdangarín el asunto se le complica, porque el jueves 29 de diciembre, saltó a los medios de comunicación, que el juez que lleva el caso de sus presuntas corruptelas, lo ha imputado y el día 6 de febrero tendrá que acudir a los juzgados de Palma para declarar.
Pienso, que si todos somos iguales ante la ley, según figura en la Constitución. La presunción de inocencia, debe prevalecer también hasta que no se demuestre lo contrario. Por lo tanto, hay que dejar que la Justicia haga el trabajo que le corresponde, por el bien del Estado de Derecho y de la democracia española.