viernes, 6 de abril de 2012

Jesucristo de la mar y yo

José Salguero Duarte ante dos de sus cuadros en la exposición del Casino de Algeciras Semana Santa abril 2012








Jesucristo de la mar y yo




José Salguero Duarte
Viernes Santo, 7 de abril de 2012


            A través de mi prosa periodística, crónicas o poemas, me he desnudado totalmente ante mis lectores, desde que comenzara a expresar  mi sentir y pensar de todo cuanto me rodea, en los distintos medios de comunicación donde he colaborado y colaboro.

Creyendo firmemente, que una persona que se dedica a escribir públicamente,  debe estar presente, cuando le sea posible, en el núcleo donde se produzcan las noticias, para después poder plasmar o narrar sus crónicas, poemas  o cuadros a través de lo que capte y no de lo que cuenten otros.

Consecuentemente, tengo muy claro, que es lo bueno y lo malo para mí entre otras muchas cosas, sobre lo que persigue el Estado del Vaticano. Y lo que siente el pueblo llano sobre una determinada imagen religiosa.

Por lo tanto, que cada cual crea sobre la Iglesia y sus fines lo que considere oportuno. Pero la Semana Santa algecireña o cualquier otra, no las disfruto a través de la Fe cristiana, sino a través de la cultura y de las artes, embriagándome con unos matices y sentimientos difíciles de describir, que captó tanto alegres como tristes procedentes de las raíces más profundas de la gente del  pueblo.

 Por consiguiente, para nada comulgo con determinados capillitas, ni con cierta sociedad cristiana o atea, pero menos aún con determinados políticos, los que durante la Semana Santa van solemnemente en las procesiones con el escapulario colgado en el cuello, rogando a Dios con su bastón de mando. Siendo durante estas fechas los más creyentes y bondadosos del mundo. Y, sin embargo, durante los 360 días restantes del año son unos falsos, hipócritas, traidores, caciques, dictadores, mercenarios, trepadores y judas…

 Pero, por el contrario, admiro y muero con ese Jesucristo procedente de la mar, que a nadie temía cuando expulsó del templo a los mercaderes. Me identifico con ese Jesucristo que da de comer a los hambrientos y de beber a los sedientos. Y comulgo con los rebeldes que caminan a contracorrientes de las imposiciones impuestas por las fuerzas fascistas gobernantes, llegando a entregar su vida por los demás sin nada a cambio.

 Por lo tanto, estimada lectora, esa Virgen a la que adoro puede ser usted, su madre o la mía. Las que trabajaron y trabajan de sol a sol por unos míseros sueldos. Teniendo que hacer diariamente el milagro de multiplicar la poca comida que poseían o poseen, para alimentar a sus hijos e incluso socorrer a otros necesitados.

Y el Jesucristo que tengo por modelo lo puede ser usted, estimado lector, si es que reúne las condiciones para que lo suba a mis altares, debiéndolo tener que demostrar en todo momento, pero muy especialmente, cuando vengan mal dadas y se tenga que alinear con el poder  o quedarse conmigo junto a los más débiles.

            Por ello, para que lo admita en mi edén, donde sólo tiene cabida la luz, la libertad, la paz, la armonía e igualdad. Debe realizar una lucha pacífica constante a través de la palabra contra los opresores.