domingo, 29 de julio de 2012

Padilla, Castella y Perera salen a hombros en la genuina y flamenca corrida de candiles de Marbella



"Festejo cumbre en el que las musas del toreo y del flamenco en una simbiosis inigualable, ofrecieron un espectáculo único, en una noche llena de embrujo y encanto"



Texto ©: José Salguero Duarte
Fotos ©: Juan Téllez
Marbella, sábado 28 julio 2012


INCIDENCIAS

            Como estaba anunciada y programada, a las 23 horas del sábado 28 de julio, bajo la luz de la luna y de las estrellas, se celebró la corrida de candiles, festejo cumbre de la temporada marbellí, en el que en esta edición, nuevamente,  las musas del toreo y del flamenco en una simbiosis inigualable, ofrecieron un espectáculo único, con esos quejidos procedentes de las gargantas y los sones de las guitarras del cuadro flamenco que amenizó el espectáculo, propios del romancero gitano de Federico García Lorca. Y con esas verónicas y naturales con tanta torería, en una noche llena de embrujo y encanto.

            En la que me sentía ser el lazarillo de Tormes, siguiendo los pasos de las musas de tanto embrujo andaluz nuestro. Porque si dicen que “de Madrid al cielo”, nosotros aquí al sur del sur de Andalucía, estamos y nos sentimos, algunos muchos sensibles y bohemios, embriagándonos constantemente con la gloria de las artes y del talento. Componiéndose el compás a nuestro especial  aire andalusí, con esa aureola con denominación de origen de los pueblos de nuestra bendita tierra.

            Y es así como lo escribo, porque vivo y pienso en andaluz. Por ello, los lugareños y veraneantes, llenaron más  de media plaza de público, y cada cual en su justo momento y medida absorbentes, disfrutó de todo cuanto aconteció en la plaza. Siendo significativo y curioso, que entre otros muchos aspectos más de este festejo, me siguen impresionando los silencios que se hacen presentes en esta plaza en diferentes tercios de la lidia, que son propios de la Real Maestranza de la cultura y de las artes del toreo de Sevilla.


EL PASEÍLLO Y ENTREGA DEL PREMIO CANDIL A PALOMO LINARES


            Llegó el momento de la corrida, las luces eléctricas se apagaron y las cuadrillas de los diestros Juan José Padilla, Sebastian Castella y Miguel Ángel Perera, hicieron el paseíllo entre dos hileras de siete candiles cada una, para posteriormente una vez saludado el usía como marca el reglamento. Un jovencísimo maletillas con su atillo torero a cuesta, hizo su presencia en el ruedo desde el patio de cuadrillas, llegando hasta el centro del anillo donde se encontraba una silla de anea recubierta con un capote de briega. Intercambió los trastos y lanceó de salón con mucho empaque siendo jaleado. Posteriormente otro maletillas, se tiró de espontáneo al ruedo y con la muleta por derechazos y naturales toreó a la oscuridad de la noche. Ambos finalizadas sus faenas de aliño, se dirigieron a la zona del albero de los tendidos del ocho, y allí le rindieron solemnidades al maestro Sebastián Palomo Linares, entregándole el Premio Candil de este año.


EL FESTEJO

            Juan José Padilla, a su primero tras recogerlo con su capote, se estiró a la verónica componiendo la figura, rematando con revolera siendo aplaudido. Pusieron al toro de Buenavista al caballo, siendo mal cogido por el picador que fue descabalgado. Se cambió el tercio y el toro al estar más fresco que una lecha en primavera, se vino arriba en banderillas, siendo un huracán embistiendo, pero el ciclón de Jerez no se amedrentó y le hizo frente con tres buenos pares de diferentes estilos exponiendo una barbaridad, sonando la música flamenca y saludando el jerezano desde el tercio. La faena de muleta la comenzó flexionando las rodillas en cada muletazo con torería ganándole terrenos, para posteriormente tras colársele temerosamente, clavar las zapatillas en el albero y realizar un toreo con pases de todas las marca de su estilo y clase torera, ante el mejor toro del encierro que no se lo puso fácil porque había que poderle. Tras estoquearlo, le concedieron las dos orejas.

            A su segundo y cuarto de la noche,  lo recibió con una larga cambiada, lanceándolo a continuación rematando con media. En banderillas tras dos pasadas en falso, volvió a estar en Padilla siendo de nuevo ovacionado. La faena de muleta se la brindó al maestro ‘Palomo’, el de Linares. Y la comenzó de rodillas para después darle una buena tanda, pero el toro dijo que se acabó lo que se daba echándose en varias ocasiones, no embistiendo ni para atrás a pesar de la insistencia del diestro. Oreja.



            Sebastian Castella, es otra forma de ser y de entender el toreo, por eso es una máxima figura  y su carrera profesional no la podía dirigir mejor otra casa, que la emblemática de la familia Lozano. Por eso este Rey Sol del toreo francés y universal,  a su primero marcado con el número 11, lo recibió a pies juntos sin dejarlo que se le marchara, al dar las sensaciones el toro de salida ser un birlonguero de bravura. Lo puso al caballo intentando con sus lances moldearlo y tras el puyazo se cambió el tercio. La faena de muleta la comenzó componiendo a pies juntos con esa torería tan poética suya, dándole aires al toro bajo los sones de la guitarra flamenca. Posteriormente se la dejaba puesta para que no huyera el de Buenavista, inventándose Castella la faena con esos ramalazos de quietud, temple, dominio, valor y mando. Estando enorme el francés en la mejor faena de la noche, propia para los entendidos del toreo. Tras una casi entera en muy buen sitio, no le fue concedida por el presidente una de las medallas olímpicas de los juegos que se celebran en Londres, sino dos orejas de peso.

            Al lidiado en quinto lugar al lancearlo le rasgó el capote en dos, prosiguiendo toreándolo siendo aplaudido. En el caballo flojeó el toro y la faena de muleta la comenzó en tablas del tendido ocho. Ya en el tercio lo intentó con sus formas y maneras toreras, pero el toro para embestir como es preceptivo, necesitaba que le hubieran inyectado nada más nacer unas buenas dosis de bravura, casta y raza. Y como escaseaba de esos ingredientes, Castella con su profesionalidad y buen momento que atraviesa, le arrancó la oreja.

             Miguel Ángel Perera, a su primero lidiado en tercer lugar le bajó las manos con el capote sin que el toro embistiera con brío. En el caballo descabalgó al varilarguero, siendo una mala noche para los picadores, porque no estuvieron muy acertados. La faena de muleta se la brindó al maestro Palomo Linares. Y tras enseñarle el trapo le enjaretó una buena tanda sonando la música flamenca. Buenas tandas por ambos pitones en otra buena faena de la noche, finalizándola con manoletinas muy ajustadas, quedándose el diestro con su estampa torera más quieto que un mástil, escuchándose olés profundos y roncos. Tras pinchazo y estocada le concedieron las orejas.


            Con el que cerró plaza, lo intentó con el capote no colaborando el toro al mansear. Fue mal picado y en la suerte de banderillas puso en peligro a los subalternos. Debiendo haber hecho el presidente caso omiso al reglamento taurino, pasándoselo por el arco de su presidencia, y haber cambiado el tercio no sólo en este sino en otros toros, cuando le fue solicitado por los toreros, y así hubiera evitado poner en riesgo la vida de los banderilleros, ya que bastante susto nos están dado desde hace seis meses, los recortes del rancio político del Partido Popular, procedente del triste pasado, el presidente del Gobierno español   Mariano Rajoy 'Tijeritas' y su cuadrilla política. Tras el inciso último anterior, al no poderlo evitar porque me hierve la sangre, ya que lo peor estar por venir y nos tendremos que atar aún más los machos. Debo proseguir con la crónica taurina, rogando me disculpen, porque Perera  con la muleta lo intentó,  pero el toro fue el más manso de la corrida, y este no necesitaba una dosis de reconstituyente de bravura, sino un litro de tetrabrik para que se asemejara a los cánones del toro bravo.  Se le pidió la oreja para Perera, no siendo concedida, saliendo junto a sus compañeros a hombros de la plaza.

FRASE FINAL


--------El buen toreo con quietud, temple, armonía y mando, es la esencia de la sublimidad de las artes.

  José Salguero Duarte

(De mi obra literaria titulada: HUELLAS)