Buitres carroñeros parasitarios
“Los buitres carroñeros, al ser costaleros de sus propias
miserias, no anidan en cualquier ramal, para evitar que debilitemos sus
perversos anillamientos”
José
Salguero Duarte
Domingo,
12 de julio 2015
Según
la Real Academia de la Lengua, los
buitres son “aves rapaces de unos dos metros de envergadura, con el cuello
desnudo, rodeado de un collar de plumas largas, estrechas y flexibles, cuerpo
leonado, remeras oscuras y una faja blanca a través de las alas. Vive en bandadas y se alimenta de carne
muerta”. Pero, estimado lector, sobre esos buitres ni tampoco de los
franciscanos me voy a pronunciar en esta tribuna libre de opinión, a pesar de
ser eslabones necesarios para el sostenimiento del ecosistema. Pero sí lo haré
de los parasitarios buitres o aves rapiñas que se ceban en las desgracias
ajenas. Como es el caso de los buitres trepadores de manga ancha y guante
blanco, capaces de posarse para conseguir su carroña, hasta en viles manos
negras atentatorias contra los principios básicos misericordiosos. Como lo
pudieron hacer los mercaderes en el templo y los poderes fácticos desde el inicio de las civilizaciones y hasta
nuestros días.
Por ello, al ser servidor un contestatario
rebelde por diversas causas que me hostigan, censuran y asfixian… siempre
estuve y estoy por la liberación de la humanidad de las garras de sus
opresores. Aunque, es harto difícil y complicado zafarse de las cadenas y yugos
inquisidores hirientes e injuriosos impuestos. Porque estos buitres carroñeros,
al ser costaleros de sus propias miserias, no anidan en cualquier ramal, para
evitar que debilitemos sus perversos anillamientos. Manteniéndose muy
protegidos por los engranajes de sus cruces
guías. Estando, hembras y machos, muy unidos para que nadie destruya sus
fortificaciones. Zambulléndose hasta en lodos putrefactos para defenderse hasta
batiendo sus alas en vuelos rasantes por tierra, mar o aire.
Las diferentes anidadas de las muchas especies
de buitres o aves rapiñas a las que me refiero. Se sustentan de toda clase de
carroña propia de saltimbanquis, equilibristas
o bufones a nivel local, estatal o universal. Realizando incursiones
siniestras, malignas y perversas, para incubar en la salubridad e higiene urbana, la sarna dolosa que contienen sus
órganos virales. Provocando sus regurgitaciones crueles desastres contagiosos y
contaminantes, al estar envueltos, esas clases de buitres, con o sin pedigrí, a
un sinfín de halos poderosos, cohabitando en la
abundancia de sus paradisíacos bosques públicos o privados.
Por
ende, una y otra vez, se posan donde le tienen “a la chita callando”, preparada
la putrefacta carnaza para su manutención diaria y futura. Siendo fundamental
para ellos y para sus bandadas, el gran camuflaje que realizan con sus alevosas
astucias. Aunque, tarde o temprano, el despreciable comportamiento de estos
buitres, sale a la luz por muy recónditas que quieran mantener sus jaulas
recubiertas de oro y de piedras preciosas. Porque tanta ignominia es complicado esconderla por mucho
tiempo, al dejar suficientes rastros
desde el alba y hasta el ocaso de sus días malhechores.
Por
ello, permanecen siempre flanqueados por pajarracos que pían como los ejércitos
de ruines sabandijas, para saquear impunemente a las claras del día o en la
oscuridad de la noche lo que les venga en gana. Y posteriormente refugiarse en
la inmensa vegetación del follaje de los aforamientos. Como ocurre en ciertos
casos, con políticos de periodos dictatoriales o democráticos...
Pienso
que, hay que ser muy insensato e incongruente para ser tan carroñeros. Aunque,
de estos animales irracionales, poco se puede esperar. Por lo tanto, por el
bien de las generaciones venideras, deben ser totalmente exterminados, por el
nuevo orden constitucional… que se está construyendo, gracias a que los damnificados,
por fin, se están rebelando contra sus
opresores. Existiendo mucho por denunciar, siendo pocos los que hasta hoy se
atrevieron hacerlo, por temor a perder el sitio que ocupan en los abrevaderos
oficiales... No extrañándome, por tanto, que el Imperio Romano,
crucificara a Jesucristo en la cruz,
torturándolo hasta la muerte.
Y si
Él permanece en mí por su ejemplaridad. Los buitres descritos también por el
descomunal daño que nos han infringido a lo largo de sus tenebrosas animaladas.
Prosiguiendo revoloteando en manadas por
cualquier rincón acorde a sus arcaicos y devastadores principios represores. No pudiéndonos zafar
fácilmente de ellos ni de sus sucedáneos. Teniéndolos que soportar, por
imperativo animal, a pesar de los males que provoca su existencia.
Convirtiéndose, si les es necesario, hasta en gallinas cluecas, al adaptarse a
cualquier circunstancia que les favorezca, por tener como principal objetivo
llenarse la barriga bien llena…, en el menor tiempo posible... Permaneciendo,
los unos y los otros buitres, enlazados asociativamente, a pesar de ser
auténticas escorias, para la deshonra del reino animal al que pertenezco…