Bar “Kiosco Curro” y
Churrería Alfonso de Los Barrios
“Como un
animal sediento, que acude periódica y metódicamente a los manantiales para
saciar su sed. Me presento allí, especialmente a las claras del día, para
embriagarme del almíbar que desprende sus rocíos”
José
Salguero Duarte
Domingo, 5
de julio 2015
Desde hace meses, me ronda la idea dedicarle
una tribuna de opinión al unísono, al Bar “Kiosco Curro” y a la Churrería
Alfonso, al ser establecimientos complementarios el uno del otro, sitos en la
Avenida III Centenario, de la aromática Villa de Los Barrios (Cádiz). Localidad
enclavada en el epicentro de la Comarca del Campo de Gibraltar, con un censo
poblacional de unos 20.000 habitantes aproximadamente. Siendo, la Villa, un
leal y noble estandarte de las raíces más profundas andaluzas por sus
excelencias humanas y cívicas... Ocupando un lugar muy destacado también en el
Parque Natural de los Alcornocales, al ser el 70% de su extensión zona natural
protegida. Desarrollando, al mismo tiempo, otro importante papel, al formar
parte de los pueblos blancos gaditanos de la “Ruta del Toro”, en la que están
asentadas emblemáticas ganaderías de reses bravas... Disponiendo, además, Los
Barrios, de diferentes polígonos industriales, uno de ellos cerca de la
desembocadura del Río Palmones en la Bahía de Algeciras...
Escribir
de Los Barrios, es hacerlo de una villa con empaque, talante y señorío. Todo
concordia, paz, amabilidad y armonía transmitidas de padres a hijos de ese
dignísimo enclave de civilizaciones y cosmopolitismos. Brotándoles a sus
criollos la bondad innata de la gente de bien, contagiando a los foráneos. Por
ello, al ser buena gente, los vecinos de Los Barrios. A la menor oportunidad
que tengo, me desplazo hasta allí desde Algeciras, junto a ‘la flor de mi
canela’, que es la que alumbra mis caminos. Haciendo el trayecto, de la
aproximada docena de kilómetros de distancia desde Algeciras, a escasa
velocidad con mi utilitario, por la carretera vieja, para gozar escuchando el
canto de los pájaros… mientras observamos el estado de los nidos de las
cigüeñas, situados en los postes eléctricos o telefónicos, etc.
Y
como un animal sediento, que acude periódica y metódicamente a los manantiales
para saciar su sed. Me presento allí, especialmente a las claras del día, para
embriagarme del almíbar que desprende sus rocíos. Y respiro profundamente su
arco iris de olores tan propios e inconfundibles, como el que desprende la
hierba mojada. Sintiéndome, más que dichoso, por el gran regalo recibido de su
ecosistema cuidado o salvaje, desde que totalmente hueco piso, desnudo y
descalzo, el umbral de sus lindes.
¡Madre
del amor hermoso!, de las olas de las estribaciones y ramificaciones de mis
prosa literaria, versos o poemas cercanos o más allá del Estrecho. Porque al
escribir lo que usted lee, estimado lector, me siento pleno con el medio
ambiente que me circunda. Por ello, tras unas bocanadas de aire fresco,
estaciono el coche frente al mercado de abastos, como de costumbre. Y, desde
allí, nos encaminamos, sin prisa alguna,
al ser menos de las 08,00 horas, hacia el Bar “Kiosco Curro” y la
Churrería Alfonso. Siendo otra de las
causas, para que nos atraiga tanto Los Barrios. Porque, ambos establecimientos
en sus especialidades, pocos les igualan. Siendo las ruedas de churros de las
mejores que se hacen en el resto de churrerías recorridas por mí, en la comarca
y provincia.
Y
es así, porque están muy bien condimentadas y elaboradas. No repitiéndome nunca
ni me provocan pesadez de estómago cada vez que las degusto. Pero, sin embargo,
en otros sitios sí. Debiendo destacar también, de la Churrería Alfonso, que la
maquinaria y los utensilios empleados diariamente, están más limpios y
relucientes que las patenas. Siendo la profesionalidad y el trato que se le
dispensa a la clientela totalmente exquisito.
Pero
mientras ‘el azahar de mi jardín’, aguarda hasta que le llegue el turno para
ser atendida, una vez que comienza la churrería su jornada. La espero sentado en
el colindante Bar “Kiosco Curro”. Y mientras, al serme necesario fuentes
inspiradoras, para crear mis obras literarias, pictóricas o periodísticas… Me
empapo de la idiosincrasia de las sapiencias que me envuelve de la universidad
de la vida. Y en esta ocasión, especialmente, de la sabiduría de las personas mayores,
con esa fonación tan barreña, con sus señas de identidad propias procedentes de
la Aljamía, que es nuestra originaria lengua romance procedente del latín...
Decir
que, el “Kiosco Curro”, es especialista en tapas variadas. Siendo allí, a
cualquier hora del día en horario abierto al público, una fuente de ilustradas
y sabias tertulias y conversaciones
enriquecedoras, con temas diversos procedentes de los oficios y aficiones
lugareñas… mientras se degusta chocolate,
café de puchero o de máquina… con churros o con pan macho barreño untado
con manteca blanca o ‘colorá’, chicharrones o lomo, etc. Por todo ello, y mucho
más, recomiendo visitar el Bar “Kiosco Curro” y la Churrería Alfonso de Los
Barrios.