Secretos, verdades y
mentiras
Lunes, 4 de marzo
2013
Según el filósofo
Benjamin Franhlin “tres personas pueden guardar un secreto si dos de ellas
están muertas”. Eso creo que es tan real y significativo, como que La Línea de
la Concepción es mi ciudad de nacimiento y que el río Guadalquivir pasa por
Sevilla.
Por ello, cuando se
haga algo de lo que haya que guardarse riguroso secreto, la mano derecha nunca
debe saber lo que haga la izquierda. Porque de lo contrario, el secreto dura menos
que un silbido, ya que el boca a boca corre más que un galgo en el canódromo de
Barcelona.
De Barcelona,
guardo inolvidables recuerdos, porque cuando tenía unos dieciséis años llegué
allí con lo puesto a principios de los setenta, huyendo de la hambruna
existente en Algeciras y comarca. Y durante los años que permanecí ganándome el
sustento de sol a sol en una fábrica llamada Cetrisa sita en Hospitalet de
Llobregat. Y por las noches estudiando o ensayando con la banda de música la
Principal de Hospitalet, se me abrieron los ojos hacia el mundo.
No obstante, en este viaje a pesar de mis dulces y agrios
recuerdos de aquella época. No tengo intención de probar el pan con tumaca,
porque tengo que prevenir el colesterol y el ácido úrico. Debiéndole hacer caso
a las recomendaciones de mi médico, porque de lo contrario, las arterias se me
obstruyen y la ‘papa’ me puede pegar un susto, como el que me pegó el ataque de
gota que padecí, no por consumir magra en grandes cantidades como Felipe II ‘El
gotoso’, sino hojas verdes de acelgas o espinacas…
Pero para susto,
los que tendrán por el cuerpo los que hayan ido al Restaurante La Camarga de Barcelona, por
aquello de la trama de espionaje que saltó a la opinión pública hace unos días,
realizada por la agencia de detectives Método 3.
Al hilo de los
secretos, el expresidente de la comunidad cántabra, Miguel Ángel Revilla,
personaje que me caía bien ejerciendo la política y ahora también, de momento.
En el programa ‘Pido la palabra’ de Canal Sur del viernes 22. Dijo que le
quedaban aproximadamente una media de 15 años de vida y que durante ese tiempo
que le resta hasta la llegada de su último viaje, “va a decir lo que piensa
desde su libertad, al no estar sujeto a siglas políticas”.
Nunca es tarde,
Miguel Ángel, pero esa actitud la debería haber tomando siendo político. Porque
si de mi hambre mando yo, de mi libertad también, es lo que hice desde que nací
a pesar de las muchas adversidades sufridas, Aunque se está al filo de la
guillotina, porque intentan quitante la libertad al menor descuido. Y supongo
que usted ejerciendo la política, algo se habrá tenido que tragar doblado y
mantenerlo en secreto. Porque de lo contrario, si lo divulga, se le caería
hasta el bigote, porque en esos casos es posible que no respeten libertad de
expresión alguna.
Manuel Azaña (1880-1940), escritor y
presidente de la Segunda República española, con respecto a guardar un secreto,
al decir que: “En España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un
libro”. Este ‘Caballero cubierto’ José Salguero Duarte, no ha escrito uno sino
dieciséis libros, siendo el último de ellos el titulado: Vómitos de un volcán. En el que a igual que en los anteriores,
lleva escrito para que se sepa muchos secretos, verdades y mentiras que me
impactaron en el pasado año 2012.
Rincón poético
SUS MANOS
Sus manos.
Sus manos entre todas,
entre todas las manos manchadas,
con el devorador ritmo de sus danzas
y los vellos rellenos de estrías,
teñidas con racimos de polen,
ocultos de mustios harapos.
Sus manos.
Sus manos que fueron las que maltrataron,
a parejas de esquirlas florecidas,
en los viajes recorridos por la oquedad,
de sus escombros añejos.
Sus manos.
Sus dos manos con cinco dedos cada una,
y sus espigas rugosas y enfermas,
zumbando el tacto de sus corazones,
hacia la hojarasca de los difuntos.
Sus manos.
Sus manos ardiéndoles,
en sus lluvias de otoño,
de inéditos lloros, abominables,
cuando emerge la maldad de sus fuegos.
Sus manos.
Sus dos manos manchadas,
sin que los blancos guantes,
puedan hacer desaparecer sus delitos.
Sus manos.
Sus dos manos.
Nota: Del libro de poemas: Setenta y cinco lunas,
de José Salguero Duarte.