Caminé desguarnecido y hambriento
por
la universidad del caos
José
Salguero Duarte
Lunes,
01 de abril de 2013
Mientras el pueblo descansaba, en la
mañana del pasado Jueves Santo; lloviznaba tenuemente sin cesar, calando la
lluvia hasta el tuétano de las comisuras óseas de los pavos rellenos, que se
encontraban revoloteando por el mercado de abastos, dando muestra de debilidad,
al permanecer casi inmóviles al chorrearles las gotas frías por todo su plumaje
y pico.
Eso ocurría cuando me dirigía al
kiosco de prensa, al que acudo casi todos los domingos y demás festivos. En el
que me ponen al corriente de los últimos chascarrillos acaecidos. Siendo uno de
los que me contaron, el momento de tensión vivido entre dos cofradías
sevillanas, cuando se cruzaron en la carrera
oficial procesional, y a punto estuvieron en la noche del miércoles sus
respectivos devotos de liarse a mamporrazos, por culpa de que la lluvia hizo
acto de presencia, y una cofradía perjudicó a la otra con su pasividad, en la
retirada escopeteada que debieron hacer ambas, para que el aguacero no
perjudicara las tallas.
Todo, estimado lector, proseguía en
paz y en calma en la ciudad de mis sentidos. Y por no moverse no lo hacían ni
las neuronas más inquietas de mi masa encefálica en forma de cerebro. Porque
por una u otra causa a pesar de tan significativa festividad, los viajeros y
demás viandantes escaseaban tanto, hasta el punto, que los despistados que me
topé a las claras del día, eran un par de los que frecuentan diariamente los
bares del acceso central de la jungla.
Disfruté, después, de un paseo por la
carretera del Faro Punta Carnero para ingerir las dosis necesarias de energías
positivas, que me proporciona el salitre del Mar Mediterráneo y del Océano Atlántico
al unir sus aguas en El Estrecho.
Siendo una ideal estampa para ser
inmortalizada con versos y poemas, para
que se empapen de las sensibilidades que transmite esa paz, la que solo saben
captar los más sutiles bohemios y románticos, hasta inmersos en el mundanal
ruido en hora punta de un día laborable, en los que la contaminación tanto
atmosférica como cívica, no dejan ver más allá de lo preciso.
Pero, imprevistamente, una llamada
telefónica me despertó del letargo que padecía. Comunicándoseme que la
climatología no era tan maligna como en horas anteriores, por lo que, tuve que
cambiar el plan estratégico previsto a desarrollar durante la jornada. Aunque,
hubiera preferido en esos momentos, que jarreara intensamente, porque no me
apetecía lo más mínimo caminar y menos hacer footing, al estar padeciendo unas
agujetas impresionantes, doliéndome hasta el cielo de la boca, como consecuencia
de que hace unos días comencé a realizar intensamente ciertos deportes, con
objeto de ponerme en forma, de cara a la cercana temporada primaveral de playa,
para lucir figura y palmito acorde a mi precisa morfología, carente de tripa
cervecera.
Es obvio, que no tengo abuelas, porque
las pobres fallecieron hace ya años, pero mis respetos y recuerdos hacia ellas,
sobre todo a la materna que fue con la que más trato tuve en mi infancia,
cuando en vacaciones la visitaba en Ronda, y posteriormente en mi juventud la
veía, cuando fui a Hospitalet de Llobregat en busca de un futuro más próspero y
mejor que el que padecía en Andalucía.
Guardando inolvidables recuerdos de
aquellos años. Pero como tengo que volver a la cruda realidad que me rodea este
Jueves Santo de 2013. Paso página de mis batallitas, y abandono mi posición
horizontal poniendo pie a tierra, porque de lo contrario, a la rosa de mis
mares, si no le hago caso se le desencaja la cara, y se le queda peor, que a
los que las preferentes en España y el corralito de Grecia le han mangado,
hurtado o chorizado los ahorros conseguidos tras toda una vida de muchos
esfuerzos y sacrificios.
Demostrándose, una vez más, que el
terrorífico capitalismo y sus tentáculos políticos, no premian a los buenos,
sino todo lo contrario. Y han de ser ellos, los causantes de tanta barbarie,
los desahuciados e hipotecados, y los que pasen muchos años a la sombra sin ver
la luz.
--Rincón poético
DESNUDA
Desnuda
tengo la mañana,
y
la era de mi sino vacía,
al
abandonarme la suerte,
entre
caballitos de mar y corales.
Agua
salada y dulce,
tomada
por sus ninfas.
Cientos
de pueblos sin vida,
estremeciéndose
Andalucía.
CAMINÉ
Caminé
en solitario,
desguarnecido
y hambriento,
por
la universidad del caos,
entre
ricos y pobres,
rateros
y honrados
borrachos
y abstemios.
De
todos ellos aprendí,
sin
derramar gotas de vida,
al
seleccionar bien,
desechando
lo podrido.
BUENA Y MALA GENTE
Los
ríos desembocan en la mar,
y
la vida en la muerte.
La
mala gente en la maldad,
y
la buena lucha
por
las libertades.
VUELAN LOS PÁJAROS
Rema
despacio,
no
tengas prisa.
Tiemblan
las leyes,
vuelan
los pájaros.
Nota:
Del
libro de poemas titulado: Flores y guerras
de
José Salguero Duarte.