David
Galván, José Carlos Venegas
y López Simón a hombros en Marbella
Por:
José Salguero Duarte
INCIDENCIAS
Con
motivo de las Fiestas de San Bernabé, en la plaza de toros de Marbella, se
celebró en la tarde del sábado 9 de junio, una corrida de toros con reses de
Aguadulce de los Hermanos José María Aristrain de la Cruz, bien presentadas, de
desigual juego, siendo los mejores tercero y sexto. El tercer toro, además, fue
aplaudido en el arrastre. Tocándole, sin embargo, a David Galván el peor lote,
compuesto por el segundo y quinto de orden de lidia.
La
plaza se encontraba en perfecto estado de mantenimiento, registrándose
alrededor de un tercio de público en los tendidos. Habiendo merecido la pena
asistir al festejo, por una serie de motivos y circunstancias, entre ellas, ver
de torear a tres jóvenes espadas que vienen arreando muy fuerte. Así como,
reencontrarme con aficionados y profesionales del toro tras dos años sin acudir
a esta significativa plaza.
ESPADAS
José Carlos Venegas.-
Abrió plaza con el marcado con el número 25, al que toreó con el capote muy
variado, siendo aplaudido. El toro cumplió con el caballo, y en banderillas el
tercero de la cuadrilla fue arrollado a la salida del par. Venegas tras brindar
la faena a un espectador, lo toreó por ambos pitones sacándole muletazos y
naturales con son, llegando a ligar varias tandas siendo jaleado. Tras acertar
con el estoque en el primer intento le concedieron una oreja.
A
su segundo lidiado en cuarto lugar marcado con el número 66, lo lanceó a pies
juntos rematando con media con sabor a romero. Con la muleta le hizo una larga
faena sacándole al toro todo lo que llevaba de bravo, bajo los sones del
pasodoble de ‘Manolete’. Terminó la faena con manoletinas muy ajustadas,
exponiendo con valentía y raza. Se cuadró para la suerte suprema, consiguiendo
una estocada algo caída. Oreja.
David Galván.-
A su primero lidiado en segundo lugar lo intentó con el capote pero el toro no
colaboró absolutamente nada. En el caballo arreó mansamente descabalgado al
varilarguero Ignacio Duarte, a pesar de haberse agarrado muy bien. Galván lo
probó con un quite por chicuelinas muy ajustadas, rematando muy garbosamente
siendo aplaudido, cambiándose el tercio. En banderillas lidió muy bien Salvador
Jiménez, y el gran subalterno Daniel Duarte estuvo enorme en los dos pares que
colocó. Galván brindó la faena al público y la comenzó flexionando las piernas
en cada muletazo tan taurinos y toreros como los es la esencia de la Real
Maestranza de Sevilla. Ya en el tercio prosiguió toreándolo con la derecha con
dominio, suavidad y temple, sonando el pasodoble ‘Chiclanera’. El toro proseguía
sin fijeza embistiendo al paso, aguantando David muy valientemente cuando se
frenaba a mitad de los muletazos. Se inventó la faena, porque el toro no
embestía con la bravura y casta necesaria, pegándose un gran arrimón al final
de la faena, estando muy valiente. Con la espada pinchó en el primer intento y
en el segundo cobró media en todo lo alto, siéndole concedida la oreja.
En
su segundo lidiado en quinto lugar marcado con el número 65, lo paró a la
salida de chiqueros andándole para atrás con mucho oficio. Jorge, el picaor, estuvo
acertado en el tercio de varas. En banderillas el toro puso en peligro en
varias ocasiones al gran torero de plata Salvador Jiménez, al recortarle camino
cuando realizaban el encuentro, estando a punto de sufrir un grave percance. La
faena de muleta la comenzó David con suavidad y muy toreramente, sonando el
pasodoble Copla de mi España, finalizada la siguiente tanda que le enjaretó.
Estuvo Galván en torero valiente y sabiendo lo que hacía ante el sordo peligro
del morlaco, el que lo empaló echándoselo a los lomos cayendo de malas maneras,
siendo socorrido por las cuadrillas, y hasta su apoderado, José Antonio Ortega,
se echó al ruedo para quitarle de encima al toro. El joven matador no se arrugó
y se puse en la cara del toro sacándole unas tandas de naturales con sabor a
toreo de arte, valor, quietud y sapiencia. Hizo la suerte suprema marcado los
tiempos, y cobró una estocada de ley y en su sitio hasta la empuñadura rodando
el toro. El usía le concedió una oreja, denegándole la segunda a pesar de la
gran petición que hubo por parte de los espectadores.
López Simón.-
A su primero lidiado en tercer lugar marcado con el número 22, casi nada le
pudo hacer con el capote al no emplearse el toro. Brindó la faena de muleta al
público y la comenzó en el centro del anillo con dos pases cambiados por la
espalda, siendo muy aplaudido, echándose de rodillas ligando una buena tanda de
muletazos, siendo jaleado por ese público foráneo de la costa. Posteriormente
lo toreó como marcan los cánones y los olé salían con una profundidad taurómaca
andaluza y española, hasta el punto que se oyó de los tendidos una voz que
dijo: “Olé los toreros bien puestos”, al ligar varias tandas con cuajo y
torería de mucho peso, porque el toro se vino arriba. Y él lo aprovechó,
rematándolo muy listamente con una estocada en el sitio de Ordóñez. Dos orejas.
Cerró
plaza con el marcado con el número 4, al que lanceó rematando con una revolera
muy exquisita. Lo puso al caballo andándole para atrás, estando Eugenio muy acertado
con la vara. Con la muleta demostró el torero madrileño otra vez, que quiere
ser alguien importante en el escalafón de matadores de toros, causas por la que
su apoderado, mi paisano el maestro Pepe Luis Segura, lo apodere. Estuvo
valiente y en una ocasión resbaló teniendo la suerte de que el toro no hiciera
a por él. Lo finiquitó de otra estocada similar a la de su primero siéndole
concedidas las dos orejas. Saliendo a hombros de la plaza junto a sus dos
compañeros de terna.