A mi ciudad natal, La Línea de la Concepción , en su 143
aniversario
Por: José Salguero Duarte
Quiero dedicarte madre,
por lo mucho que te debo,
este muñón de poemas,
escritos desde el latir de mis sueños,
al cumplirse el veinte de julio,
tu ciento cuarenta y tres aniversario.
Estas necesidades madre,
me surgieron en la ofrenda floral,
de la coronación de las reinas,
en
el viernes doce de julio pasado.
Cuando me encontraba feliz,
en los latidos de las mareas,
y en el arco iris de las tonalidades,
que percibimos el pueblo linense,
cantando el insigne artista,
el genuino Jonathan Santiago.
Haciéndome vibrar los matices,
en este ciclo de mi subsistencia,
las mieles del aroma que desprende,
el cáliz de esta tierra generosa,
de la Inmaculada Concepción,
y de mi ciudad natal,
Aunque no sé madre,
qué temperatura hará en la calle,
cuando a oscuras escribo estos versos,
bebiéndome las lágrimas,
en la otra orilla de la bahía,
acurrucado entre mis sábanas.
Deseando que me ilumines,
con la luz de tu alborada,
de igual forma que lo hiciste,
el tres de agosto del cincuenta y uno,
cuando me acogiste en tus pechos,
por primera vez en la calle Galileo.
Y desde entonces hasta hoy,
te tuve tan cerca o tan lejos ,
acariciándome las sensibilidades,
del néctar de tus bondades,
o penando por mi ausencia,
al encontrarme en otras ciudades.
Pero en las dos circunstancias,
te tenía presente en los edenes,
del discurrir de los sentidos,
del palpitar de los latidos
de los acordes celestiales,
y de la música de mis pentagramas.
Y al ser tú,
mi amiga, compañera y amante,
acudo nuevamente a tus enaguas,
para que me amamantes con tu esencia,
al encontrarme sin rumbo,
desnutrido, triste y sediento.
Deseando que atiendas mis súplicas,
como siempre hiciste a cualquier hora,
con tus ilustres o desvalidos hijos,
haciendo un hueco en tu diario,
para preñar mis entretelas,
de lo contrario moriría de pena.