Concierto
de la Orquesta Sinfónica
de Viena
“Llegará el día en que se
les rinda la justicia y los honores que se merecen, a pesar de las cortapisas
de anteriores y de este Gobierno de la España borbónica, constitucional y autonómica”
José Salguero Duarte
Llevamos ya unos días desde que, el año 2013 expirara con
más penas que gloria para la gente de bien. Pero no he sido el que lo haya
despedido con un corte de mangas, ni tampoco lo he mandado a tomar viento
fresco. Porque es simplemente un guarismo más, pero con unas connotaciones
especiales al finalizar con el numero 13, porque los hados de la sublimidad del
mal fario, procuraron que muchos le cogieran tirria.
Significativo es para mí que, al ir siempre con el paso
contrario que la maraña borreguil, el 13 es uno de mis números favoritos. Por
lo que, no me importó lo más mínimo, contraer matrimonio en un martes y 13 de
la década de Matusalén. Y así me fue, porque aún me escuece la dote que tuve
que pagar por llevarme a “Sor Alegría”. Por lo que, desde aquellos tiempos y
hasta hoy, una sola vez pasé por el altar nada más Santo Tomás, porque “gato
escaldado del agua fría huye”. Aunque, nunca se ha de decir “de esta agua no he
de beber, ni este cura no es mi padre”.
Desde entonces, por si acaso, junteritas decentes y que
duren lo que deban de durar. Porque lo que no puede ser, no puede ser porque es
imposible, al no haber movido papeles para pedir la anulación matrimonial al
Tribunal de la Rota. Al desear permanecer en los ficheros de la Iglesia, por si
el PP restaura en España el Tribunal de la Inquisición, para que me tengan
totalmente controlado, por si me tienen que ajustar las cuentas por mis
divorcios con los políticos, con la Iglesia y con otros linces y entes...
La cuestión es que, me he ido por los Cerros de Úbeda. Pero
todo tiene un por qué, porque un mal día lo tiene cualquiera. Y el 1º de enero
de 2014 pudo ser el primero malo mío del año. Porque nada más despertarme me
percaté al vestirme que me había puesto una camisetilla de estar en casa al
revés.
Zas, cavilé de inmediato, he comenzado el año con mal pie,
y ya me está dando yuyo pensar si llegaré a tomarme las uvas en España o las
lentejas en Italia el fin del año próximo.
Pero como en todas mis acciones debe existir una reacción. Por si acaso,
a pesar de no ser exageradamente supersticioso, hice inmediatamente después lo
que en cada inicio de año. Siendo una de ellas, escuchar a través de televisión
el concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, siendo dirigido en esta
edición y por segunda vez en la triunfal carrera del director Daniel Barenboim.
Gocé y retocé “más que un cochino en un charco” por aquello
de que “la música amansa a las fieras”. Y porque casi siempre “la cabra tira al
monte”, ya que los cursos de solfeo que estudié, siendo un crío, en el
Conservatorio Manuel de Falla de Cádiz, me han servido de algo, al menos, para
seguir gustándome esos ruidos acompasados en las diferentes escalas y
pentagramas.
¡Qué maravilla!, porque algunas de las piezas tocadas por
la legendaria filarmónica vienés en este concierto de 2014, las interpreté de
pequeño haciendo sonar mi clarinete con la banda de música existente en
Algeciras y posteriormente en la Principal de Hospitalet de Llobregat por los
años sesenta.
Por ello, a pesar de que desde hace años no tenga ya buen
oído al sufrir frecuentes otitis, como consecuencia de los estridentes ruidos
procedentes de los bárbaros napoleónicos contemporáneos de la política nacional
española y de su vana, hueca e insubstancial sociedad palanganera. Es obvio
que, poseo aún deleites culturales y artísticos hacia el concierto descrito o
hacia poemas de mis maestros Miguel Hernández, Lorca o Machado.
Otras de mis costumbres tradicionales al inicio de cada
año, es acudir a la playa de El Rinconcillo. Y dependiendo de la climatología
reinante o de lo contaminada que esté el agua, me he pegado un baño o me he
mojado los pies, porque la mar es mi principal fuente de energías, al ser de
donde procedemos. En esta ocasión, un conocido al verme me dijo que me bañara
como en otras ocasiones. Contestándole que no estaba para baños, porque tenía
el cuerpo destemplado con las nuevas subidas del recibo de la luz, de los
peajes de autopistas, transportes, medicamentos...
Posteriormente, una vez que me secaron los pies, no como a
Poncio Pilatos, acudí al cementerio viejo de Algeciras, y en el monolito que le
inauguramos hace unos años a los republicanos vilmente fusilados en la tapia
del campo santo, por defender la democracia y la libertad. Deposité en sus
memorias dos claveles rojos… deseándoles paz eterna. No teniendo duda alguna
que, llegará el día en que se les rinda la justicia y los honores que se
merecen, a pesar de las cortapisas de anteriores y de este Gobierno de la
España borbónica, constitucional y autonómica, con sus farragazos embrollos de
los dictados del Espíritu Nacional.
Monumento cementerio Algeciras, a los republicanos fusilados
José Salguero Duarte depositando las flores
Playa El Rinconcillo (01-01-2014)
José Salguero Duarte