viernes, 3 de enero de 2014

Concierto de la Orquesta Sinfónica de Viena


 
 
 
Concierto de la Orquesta Sinfónica de Viena

 
“Llegará el día en que se les rinda la justicia y los honores que se merecen, a pesar de las cortapisas de anteriores y de este Gobierno de la España borbónica, constitucional y autonómica”

 





José Salguero Duarte

 

          Llevamos ya unos días desde que, el año 2013 expirara con más penas que gloria para la gente de bien. Pero no he sido el que lo haya despedido con un corte de mangas, ni tampoco lo he mandado a tomar viento fresco. Porque es simplemente un guarismo más, pero con unas connotaciones especiales al finalizar con el numero 13, porque los hados de la sublimidad del mal fario, procuraron que muchos le cogieran tirria.

          Significativo es para mí que, al ir siempre con el paso contrario que la maraña borreguil, el 13 es uno de mis números favoritos. Por lo que, no me importó lo más mínimo, contraer matrimonio en un martes y 13 de la década de Matusalén. Y así me fue, porque aún me escuece la dote que tuve que pagar por llevarme a “Sor Alegría”. Por lo que, desde aquellos tiempos y hasta hoy, una sola vez pasé por el altar nada más Santo Tomás, porque “gato escaldado del agua fría huye”. Aunque, nunca se ha de decir “de esta agua no he de beber, ni este cura no es mi padre”.
 
          Desde entonces, por si acaso, junteritas decentes y que duren lo que deban de durar. Porque lo que no puede ser, no puede ser porque es imposible, al no haber movido papeles para pedir la anulación matrimonial al Tribunal de la Rota. Al desear permanecer en los ficheros de la Iglesia, por si el PP restaura en España el Tribunal de la Inquisición, para que me tengan totalmente controlado, por si me tienen que ajustar las cuentas por mis divorcios con los políticos, con la Iglesia y con otros linces y entes...

          La cuestión es que, me he ido por los Cerros de Úbeda. Pero todo tiene un por qué, porque un mal día lo tiene cualquiera. Y el 1º de enero de 2014 pudo ser el primero malo mío del año. Porque nada más despertarme me percaté al vestirme que me había puesto una camisetilla de estar en casa al revés.  

          Zas, cavilé de inmediato, he comenzado el año con mal pie, y ya me está dando yuyo pensar si llegaré a tomarme las uvas en España o las lentejas en Italia el fin del año próximo.  Pero como en todas mis acciones debe existir una reacción. Por si acaso, a pesar de no ser exageradamente supersticioso, hice inmediatamente después lo que en cada inicio de año. Siendo una de ellas, escuchar a través de televisión el concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, siendo dirigido en esta edición y por segunda vez en la triunfal carrera del director Daniel Barenboim.

          Gocé y retocé “más que un cochino en un charco” por aquello de que “la música amansa a las fieras”. Y porque casi siempre “la cabra tira al monte”, ya que los cursos de solfeo que estudié, siendo un crío, en el Conservatorio Manuel de Falla de Cádiz, me han servido de algo, al menos, para seguir gustándome esos ruidos acompasados en las diferentes escalas y pentagramas.

          ¡Qué maravilla!, porque algunas de las piezas tocadas por la legendaria filarmónica vienés en este concierto de 2014, las interpreté de pequeño haciendo sonar mi clarinete con la banda de música existente en Algeciras y posteriormente en la Principal de Hospitalet de Llobregat por los años sesenta.

          Por ello, a pesar de que desde hace años no tenga ya buen oído al sufrir frecuentes otitis, como consecuencia de los estridentes ruidos procedentes de los bárbaros napoleónicos contemporáneos de la política nacional española y de su vana, hueca e insubstancial sociedad palanganera. Es obvio que, poseo aún deleites culturales y artísticos hacia el concierto descrito o hacia poemas de mis maestros Miguel Hernández, Lorca  o Machado.

          Otras de mis costumbres tradicionales al inicio de cada año, es acudir a la playa de El Rinconcillo. Y dependiendo de la climatología reinante o de lo contaminada que esté el agua, me he pegado un baño o me he mojado los pies, porque la mar es mi principal fuente de energías, al ser de donde procedemos. En esta ocasión, un conocido al verme me dijo que me bañara como en otras ocasiones. Contestándole que no estaba para baños, porque tenía el cuerpo destemplado con las nuevas subidas del recibo de la luz, de los peajes de autopistas, transportes, medicamentos...

          Posteriormente, una vez que me secaron los pies, no como a Poncio Pilatos, acudí al cementerio viejo de Algeciras, y en el monolito que le inauguramos hace unos años a los republicanos vilmente fusilados en la tapia del campo santo, por defender la democracia y la libertad. Deposité en sus memorias dos claveles rojos… deseándoles paz eterna. No teniendo duda alguna que, llegará el día en que se les rinda la justicia y los honores que se merecen, a pesar de las cortapisas de anteriores y de este Gobierno de la España borbónica, constitucional y autonómica, con sus farragazos embrollos de los dictados del Espíritu Nacional.
 
Monumento cementerio Algeciras, a los republicanos fusilados

 
José Salguero Duarte depositando las flores


Playa El Rinconcillo (01-01-2014) 
 
José Salguero Duarte