viernes, 26 de noviembre de 2010

La ciudad y sus perros



La ciudad y sus perros




José Salguero Duarte
Viernes 26-11-2010
http://salgueroduarte.artelista.com/


Como soy amigo de los animales y me transmiten muchos de ellos tanta ternura y esencia. Quiero dedicar esta tribuna in memoriam a mi yorkshire de nombre Tino, fallecido hace un par de meses. Pero no voy a escribir de lo mucho que me enseñó a cambio de nada. Sino que lo haré de otras clases de perros que se encuentran en la otra orilla totalmente opuesta a la suya.

Se trata de unos chuchos sin pedigrí que andan sueltos a manadas por ciudades y pueblos. Perros que demuestran la fuerza de sus costumbres porque "por dinero baila el perro y por pan y algo más también". Y al estar orientados en ese ambiente tan peculiar y genuino, prefieren una alimentación fibrosa y natural a base de pasta untada con manteca, para saborearla si llega el momento en bancos de paraísos paradisíacos.

Estos chuchos a los que me refiero son muy similares en cuando a actitudes. Y dependiendo de su raza y rol desempeñan una determinada función.

El perro ladrador es poco mordedor, pero al que hay que tenerle respeto es al rabioso. Como le ocurre a un perro que conozco, que babea más que los caracoles bollunos, cuando saca pecho y exterioriza que es el más macho de la jauría.

Anda a sus anchas y lleva a su alrededor perros de compañía. Intenta aparentar disfrazado de corderito que es noble, pero su mirada lo delata. Es faldero, conejero y está bien amaestrado para realizar acciones de cualquier grado y dolo.

A los perros de compañía no se les ocurre quitarle el papeo al líder de la perrera y se conforman con las migajas.

Un pastor alemán que crié al que le puse de nombre: --Como tú--, cuando creció ni me conocía cuando le daba de comer. Aunque normalmente me avisaba enseñándome los colmillos y en esos momentos no se me ocurría ni acercarme.

En cierta ocasión, una amiga se aproximó para acariciarle y las pasó fatal. Afortunadamente atendió a mi voz y sólo fue un pequeño mordisco con el consiguiente susto y pánico al ir a por ella como una verdadera fiera enloquecida.

A raíz de aquello, me vacuné contra la rabia, aunque desconozco el tiempo que dura su efecto. No obstante tendré que acudir al SAS para que me hagan las pruebas por si no estoy inmune. Porque hay que estar protegido ya que ciertos perros son muy traicioneros y se desconoce cuándo te van atacar a la yugular, al utilizar el poder mediático a su alcance.

Ellos, los perros peligrosos, no entienden de leyes y se las saltan a la torera marcando sus territorios. Y si alguien no paga los impuestos revolucionarios que imponen, les mandan los cobradores del frac en el mejor de los casos.

Así que, hay que estar alerta, siempre alerta, muy alerta porque a la menor oportunidad te fulminan. Aunque generalmente mandan a los perros guardianes, para que hagan el trabajo sucio a traición y hasta con nocturnidad, ensañamiento y alevosía.

Existen otras clases de perros como los coreadores, que son utilizados por sus pastores, ovejeros y cabreros, para dirigir al ganado por la vereda que a ellos les interesa.

También existen los perros de encarbo, que son los que rastrean y levantan la pieza. A estos los sustituyen los perros cobradores, que tienen la habilidad de traer a su amo el animal o pájaro que ha caído de uno o varios zarpazos. Estos perros están siempre vigilantes para no ser sorprendidos por algún perro quitador, el que tiene asignado un plus si manga o despluma la caza llevándosela a las sedes de sus jaurías.

Por ley natural, cuando los perros que lideran ciertas distinguidas perreras, al perder la cruenta y subterránea lucha que subyace en sus parcelas. Se marchan con las perras a otra parte, si es que las perras no se las llevó ya el perro correo para ponerlas a buen recaudo.

A la mayoría de estos perros, antes de que le salgan caries en sus dientes, tienen todas sus perrerías atadas y bien atadas asesorándose a través de perros de ayuda, que son los que les socorren y protegen ante cualquier adversidad no prevista.

En fin, queridos perros citados y no citados, que ustedes ladren bien cuando disfruten de vuestros manjares obtenidos a través de vuestras cacerías. Pero que no se os olvide nunca jamás, que por mucho poderío que tengáis en vuestra plenitud canina. Que cuando os llegue el declive os harán y dirán -Chac chac chac chucho vete pa yá-. Y al final iréis a comer tierra al huerto de los silencios, y allí permaneceréis a la sombra de los cipreses con vuestras perras.