domingo, 20 de marzo de 2011

A los tacaños, avaros y rateros





A los tacaños, avaros y rateros




José Salguero Duarte
Jueves 10 marzo 2011



Estoy muy preocupado por la crisis económica que padecemos, ya que España está en bancarrotas de Norte a Sur y de Este a Oeste, menos la Casa Real y otras castas. Y, no es de extrañar que aquí ocurra lo mismo que en Argentina, dejando a más de uno sin plumas y cacareando.

Después, que reclame al maestro armero, aunque me da mucha pena que le manguen los ahorros a la gente de bien. Sin embargo, como “la bolsa del miserable, tarde o temprano viene el diablo y la abre", no sentiría absolutamente nada a lo que le pueda ocurrir a las fortunas amasadas a través de trincar, mangar, estafar y explotar a los trabajadores… ya que, robarle a un ladrón tiene…

Pero, independientemente de que cada cual pueda hacer con su vida y dinero lo que quiera. Este artículo se lo dedico exclusivamente a los miserables que viven pobres para morir ricos. Porque se gastan menos que un desdentado en palillos de dientes. Así que sigan guardando, porque el día que peguen el pellejazo, sus allegados se lo agradecerán al estar deseando repartirse su manteca. Y a vuestras esposas seguid teniéndolas de chacha y continuad dándoles lo mínimo para que administren la casa. Porque el día de vuestro último suspiro en vez de velaros montarán una fiesta. Y a partir de ese momento harán lo que les salga de ahí. Que es lo que hizo una buena amiga nada más morirse el roñoso de su esposo.

El mendas, era tan avaro e interesado, hasta el punto que todos vivían a oscuras. Las hijas tenían que bañarse en casa de la vecina porque no quería que gastaran agua y butano. Pero como aquí estamos todos de paso y no se queda nadie, cuando el tío fue llamado por San Pedro. Su esposa e hijas en el tanatorio parecían que iban de boda en vez de velatorio. Y con entereza teatrera recogieron las muestras de condolencias sin soltar ni una lágrima, porque estaban rebosantes de felicidad interiormente.

Tanto es así, que a las 22,00 horas cerraron el chiringuito dejando al féretro sólo, yéndose a un lujoso restaurante para celebrarlo, pegándose un homenaje cayéndoseles hasta las bragas, al durar la juerga hasta altas horas de la madrugada.

Al otro día volvieron sobre las 11,00 horas y como el difunto dejó dicho en vida que lo enterraran con la caja abierta por si resucitaba. La viuda e hijas cumplieron sus últimos deseos, pero lo enterraron boca abajo, por si despertaba que al escarbar se hundiera más, para que siguiera comiendo tierra.

Ella, al principio de enviudad empezó a salir de aquí para allá y se echó un amigo. Y como le daba alegría macarena para el cuerpo. Le compró un lujoso coche para que la paseara, y cuando se iba de viaje haciendo el rodaje en su nueva vida, siempre acudía al cementerio y le decía a su difunto: -Pepe, tú tranquilito y no te muevas, que cuando regrese, después de que a mi Paco (novio) se le gaste el taco de tanto meterme la mano en el… bolso, vendré a contarte lo que he hecho-. Pero a partir del año ni eso, porque sólo acudía por los difuntos, a ponerle flores de plástico de las tiendas de los chinos, al ser las que le gustaban.

En otro caso verídico, me contaron, que un terrateniente muy adinerado, no le soltaba a su mujer ni una peseta. Pero cuando el cacique estaba en las últimas exclamaba: ¡Ayyy Mari, pan con aceite es mi muerte!
Su mujer, al estar deseando que se muriera para trincar la herencia, le daba de comer a todas horas pan con aceite, pero su marido en vez de morirse engordó y duró más que un martillo en manteca.

En fin… no sé que hará usted, pero pienso gastármelo todo, porque para que lo disfruten otros lo disfruto yo. Y el que venga atrás que se busque la vida honradamente. Por lo tanto, los míos por dinero no desean que me muera. Sin embargo a usted que vive por y para su patrimonio. Cada beso o abrazo que reciba, son puñaladas traperas que le clavan por la espalda, porque están deseando que la espiche, para repartirse lo que usted amasó con tanta avaricia y ambición de mil formas y, hasta arrasando las arcas municipales… desde un cargo público.